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Poema ao acaso


terça-feira, 15 de março de 2011

Gaddafi, Libia y las revueltas árabes



Punto y seguido
Nazanín Amirian

Complot contra Libia
13 mar 2011

En este país africano no hay hambruna, el 80 por ciento de la población está alfabetizado y tiene acceso al agua potable y la sanidad. La esperanza de vida es de 79 años y la tasa global de fecundidad es del 2.7, un signo claro del avance de la mujer. Lo inverosimil de la crisis de Libia, en la actual coyuntura de la región, es que los sublevados no son los ciudadanos, hartos de la dictadura férrea de Gadafi, sino jefes tribales –pseudo caudillos-, que respaldados por los comandos de la OTAN (cuya sensibilidad “humanitaria” se desactiva cuando Israel bombardea a los palestinos o Turquía a los kurdos) están empujando al país hacia una guerra civil. Declararlo como «estado paria» y convertirlo en un protectorado, encajaría a la perfección en la nueva estrategia de la OTAN, marcada por la lucha de las potencias para hacerse con el control de los escasos recursos energéticos que quedan.

Libia es la principal reserva de petroleo de África, cuyo coste de producción del crudo, de gran calidad, no llega al dólar por barril, comparándo con el de Canadá, por ejemplo, que alcanza los 50 dólares. Toda una tentación para las petroleras estadounidenses, marginadas en el mercado libio que está dominado por Europa, China y Rusia.

El plan contra este país es sospechosamente parecido al de Irak, otro Estado árabe desarrollado, al que destruyeron para apoderarse de su Oro Negro.

El cenit petrolero acelera los acontecimientos. EEUU, ante la inestabilidad de Oriente Medio –principal caudal del crudo del mundo-, y la imposibilidad de adueñarse del hidrocarburo de Asia Central (zona de influencia de China y Rusia), pone su mirada en África. Allí, los chinos, adelantándose, ya cuentan con varios millones de efectivos que no sólo intentan controlar sus recursos energéticos, sino también sus mercados.

Mientras la posición geoenergética de Libia seduce a Washington, Pekín abandona su política “no militarista” y anuncia su rearme, enseñando los dientes.

Estamos ante una nueva recomposición de las zonas de influencia, en la que Gadafi no es más que una miserable pieza de una pérfida maniobra de EEUU.

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#43 Comentario por bemsalgado
14/03/2011 23:46

Me pregunto que datos que yo desconozca manejan ciertos columnistas, la mayoría en estos momentos para ser preciso, para otorgar credenciales democráticas al "movimiento opositor", desconocido hace menos de un mes, que lo avalen como 'alternativa democrática' a la dictadura de Gaddafi, hasta el punto de que Francia haya decidido ya reconocer a un supuesto gobierno de los rebeldes como único representante legítimo de Libia.

Hasta el momento, creo, por noticias, sólo sabemos del estallido de un descontento popular contra el gobierno manifestado en la calle sin obedecer a ningún órgano político de oposición, con una dinámica similar a la que se produjo en todo el Magreb, Egipto y Arabia.

También se han dado como noticia, la deserción del representante libio en la ONU, la adhesión del Ministro del Interior de Gadafi al bando de los rebeldes, y la deserción de algún general del Ejército libio desafecto al presidente y un número indeterminado de tropas. Asimismo, hemos podido leer que al menos parte de los rebeldes se proponen restaurar o instaurar la monarquía en Libia, y que han hecho suya la bandera monárquica como nueva bandera de Libia.

Confieso que no tengo más elementos de juicio para conformar mi opinión, y los que tengo no representan aval democrático alguno para otorgar al presunto núcleo dirigente de la revuelta como la alternativa al régimen que se pretende promover e impulsar desde el exterior, así sea con una intervención militar extranjera.

Curiosamente, nada de todo esto se postula para los demás países, incluidos los que han sido pioneros en la revuelta árabe -Túnez y Egipto-, que están pasando por parecida situación, visto desde aquí claro está. Tanto en Túnez como en Egipto, no ha habido solución de continuidad en el poder salvo la exclusión de sus Presidentes del poder, y son sus continuadores, en maniobras palaciegas, quienes están monitoreando las posibles salidas a la crisis política. Y ya no digamos en los casos de Marruecos, Bahrein, Jordania, Yemen o Arabia Saudí. Hoy he podido ver como caía, aparentemente muerto, un manifestante al que un militar disparaba con su fúsil desde menos de cinco metros en Bahrein.

En todos los demás casos, excluido Libia reitero, parece que al pueblo, a la expresión popular de rebeldía, si no están satisfechos con sus propuestas, sólo le queda la calle, les resta volver a manifestarse en la Plaza Tahrir del Cairo o de Túnez o la Plaza de la Perla de Bahrein, y volver a cubrir el suelo de sangre.

No defiendo en absoluto a un Gaddafi, que si durante un tiempo ha sido un gobernante digno de su pueblo, hace ya bastantes años que ha debido dejar de serlo, que, en la persona de su hijo, ha hecho ostentación de riqueza personal, y que en definitiva ha sido aceptado y agasajado por toda la elite de mandatarios occidentales, a quienes poco importa ni molesta, cuando no lo buscan, el enriquecimiento personal mediante la apropiación y privatización de los bienes y recursos públicos de un país por parte de sus gobernantes de donde quiera que sean. ¿Por qué deciden ahora bloquear los patrimonios de todos ellos en el exterior, y nada hicieron antes aún sabiendo cuál era su procedencia? En los casos de Egipto y Túnez pueden justificarse en que lo hacen atendiendo el requerimiento de los respectivos gobiernos en ejercicio. Pero éste no es el caso de Libia.

Lo que defiendo y deseo es que todos esos países resuelvan sus problemas y consigan liberarse de poderes que los mantienen en la opresión, y del saqueo y administración perversa de sus mandatarios, por ellos mismos, internamente, sin falsas ayudas externas, como único modo de preservar su independencia. La tutela e intervención exterior, muy particularmente la intervención armada y la guerra, además de someter a Libia, por mucho tiempo, a relaciones de dependencia, subordinación y sumisión, los conduce por el mismo camino y a una situación peor de la que legítimamente pretenden salir.

Los casos de Afganistán y el Irak están demasiado próximos, en sus corazones y en el tiempo, como para no percibirlo claramente.

Por nuestra parte, la opinión pública española, que mayoritariamente se opuso, y se movilizó contra la guerra de Irak, parece ahora silente, y, si atendemos a la opinión publicada, mayoritariamente adormecida por quienes, no sólo defienden sino que diariamente demandan de las potencias occidentales una intervención militar, y cuanto antes mejor, y parece proclive a aceptar una nueva guerra en pos del petróleo, ahora en un país vecino ribereño del Mediterráneo, de la otra orilla. Como si con Afganistán e Irak no tuviésemos bastante. Como si lo de Afganistán e Irak hubiera ocurrido hace cien años, aunque vayamos camino de eso.

Personalmente, me escandaliza con que facilidad ponemos empeño y manos a tareas de destrucción, y cuantas disculpas y con que diligencia, o hipocresía y cinismo, las encontramos para no mover una paja por acudir en socorro de quienes padecen calamidades naturales que sobrepasan la capacidad de quienes las sufren para recuperarse de ellas por sí solos. Ahí está Haití para dejar constancia de ello.

La catástrofe sufrida ahora por Japón, pareciera motivo suficiente para reflexionar sobre ello. Pero será en vano pedir cordura, tal como puede entenderla una mente tan simple como la mía.

Sólo me resta, Amiriain, darte las gracias por hacerlo tú una vez más.

http://beminvitados.blogspot.com

http://blogs.publico.es/puntoyseguido/148/complot-contra-libia/

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