nâo é por acaso Luis

nâo é por acaso Luis: (www.astormentas.com)
Poema ao acaso


terça-feira, 13 de agosto de 2013

You seems Sánchez, dear Snowden,

 the californian of this history
 
 
 
 http://voubou.blogspot.com.es/2009/08/gracias-amigo-norteamericano.html

Quinta-feira, 6 de Agosto de 2009

Gracias amigo norteamericano

" Una enfermedad de pobres ",
es el tema de la columna de Jordi Calvo Rufanges.
Sobre ese mismo tema está elaborado el siguiente comentario:
Comentario de Bemsalgado:

A los pobres, para la vida que llevan, lo mejor que se puede hacer por ellos es ayudarles a bien morir. Así lo hacía la Madre Teresa de Calculta y, por ello, la hicieron Premio Nobel primero, y luego Santa, después de oficiarle un grandioso funeral católico con asistencia reservada a sus ricos y poderosos amigos.

Su muerte acaecida después de que, en el Centro super especializado de cardiología de Tata en Calcuta en el que había sido ingresada más de una vez, no pudieran ayudarle a prolongar por más tiempo la vida.

Coincidí en un vuelo a Roma, con una numerosa expedición española de católicos de una congregación, que acudían entusiasmados a la ceremonia de beatificación del Padre Escrivá de Balaguer, decidida y oficiada por Juan Pablo II.

En medio del gran fervor espiritual que se respiraba entre aquellos fieles, pude oir como comentaban entre si, con cierta resignación, que lo del Padre Escrivá (referido a su carrera en pos de la santidad), estaba quedando minimizada y en un segundo plano, por el éxito fulgurante que estaba teniendo la canonización de la Madre Teresa de Calcuta, en tan celestial competición.

La otra alternativa humanitaria que más comunmente les es aplicada a los pobres, es la de acortarles su miserable vida de hambre, sufrimiento y calamidades, proporcionándoles una muerte rápida y expeditiva, mediante el uso de bombas 'inteligentes' dicen.

El principal valedor de esta causa, en los últimos tiempos, fué George W. Busch. Para su desgracia no podrá llegar a los altares, pero únicamente por no haberse apuntado, como si hizo su amigo Tony Blair, a la disciplina de Roma. Está a tiempo. Lo del P. Nobel no lo descarten. Henry Kissinger lo recibió.

En cualquier caso, no peligra la continuidad de tan noble Causa. Otros están ya tomando el relevo, aún cuando su discurso no sea igual de brillante, o lo sea más, según opine quien lo escucha.

Estaba ya anunciada, como altamente probable e inminente, la Guerra Humanitaria Infinita, en la que, aunque con carácter temporalemente limitado, veníamos ya enfrascados desde hacía un tiempo, desde lo de Yugoslavia, y que acabaría por iniciarse pocos días después en el 'solar' afgano.

En ese contexto, coincidí, nuevamente en un vuelo y en el asiento vecino, con un ciudadano norteamericano que hablaba, y mostraba ganas de hacerlo además, la lengua castellana. No sólo eso, su apellido era Sánchez y era natural y residente de California (EUA).

Como quiera que yo vivía ciertamente crispado aquella tensa espera del inicio de la cruzada, me sentí en la obligación de hacer saber mi opinión a un ciudadano de tan grande Nación, -que al menos lo escuchen, me dije-, y así fué como le manifesté que, no alcanzando mi mente a dominar el concepto de infinito, de lo que no tenía duda era de que la guerra pronta a comenzar -objetivo declarado: Ben Laden-, sería Humanitaria, porque abreviaría sufrimientos a muchos miles de pobres en condiciones miserables de vida.

Me sorprendió y reconfortó, y cómo, su respuesta: "Yo no sabría decirlo con esas palabras, pero también pienso que en vez de bombardear con bombas, deberíamos hacerlo con alimentos", me dijo.

En aquél momento se encendió en mi la esperanza de que no todo estaba perdido, y, en silencio, agradecí enormemente las palabras del norteamericano, Sánchez de California, que continúo hablándome del mal e injusto trato que recibían en su pais los inmigrantes de México y Centroamérica.

Cuando regresé de aquél viaje, desconectado casi por completo de la actualidad durante el mismo, el Infinito había perdido ya diez días de paz, en los que todo el mundo pudo saber, no de las bombas que caían sobre Afganistán y sus efectos, sino sobre la alarmante y dramática situación en que vivía la pacífica población norteamericana que estaba siendo atacada con polvos de antrax, que, indefensos, recibían por correo en sus domicilios.



 
Y, mientras comentaba con un amigo el episodio vivido con Sánchez de California en el avión, que más arriba describo, el primero me informó de que, efectivamente, habían estado lanzado con la aviación sacos de alimentos para la población afgana, pero que cuando acudían a recogerlos en tierra, los sobrevolaban bombarderos acribillando a quienes lo hacían.

Pero, para entonces, yo ya sabía, porque me quedó su mirada, que Sánchez de California no era de eso de lo que me hablaba, y sí en cambio, que lo despreciaba tanto como quien más.

Gracias amigo norteamericano.


http://blogs.publico.es/altermundista/159/una-enfermedad-de-pobres/

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